La casa está vacía pero conmigo sentado en el suelo
Y tecleando, siempre tecleando…
No hay más mesas ni estufas ni refrigeradores
Ni siquiera chamarras hay o termos
O una ollita para hacer café
El día que te fuiste se murió internet
Y el teléfono dormía ya su sueño sin contrato
Todas nuestras sillas las rompimos
Y no por gordos sino por fuertes
Por jóvenes torcidos que se untan todo
Y salen a la calle a beber café en los cafés
En seis años la casa está en la hora desnuda
Como esos nidos incólumes y dolientes
De los pájaros que se hicieron viejos
y que pían todas las noches en fieros trinos
Tampoco hay sombras que hagan el relieve
De la decencia o de la urbanidad…
Sinceridades abyectas que nos vemos
Escupitajos de la honestidad que respiramos
En la calle los rostros frescos del nuevo siglo ríen
Toda la gloria de la ignominia pasa opaca ante sus ojos
y brilla en sus destronadas dentaduras
Durante siglos eso se ha visto como a un árbol
O una manzana que reluce de tan podrida y amarga
¿Qué es la gloria de la ignominia? Pues nada más
que aquello que hace vencedor al déspota maldito
que ciego y torpe solo supo ser tropiezo
en las concatenaciones absurdas de los siglos convulsos
no existe posibilidad de miedo en esta hora
ni en las horas por venir
después de algunos años
todo está dicho en voz baja como alguna vez
siendo niños
nos tocamos el pecho con menos ansia y con calma
después de algunos años
todo está dicho suavemente
con besos de nubes tibias de piel