miércoles, 24 de octubre de 2012

Nueve nuevos besos

I
La sangre que esparcida me recorre
La luz que desecha me ciega
Se cuela por rendijas de oscuridad

Me persiguen todas las sombras
Convertidas en espectros de rostros
En locas parálisis dormidas

Yo que siempre parpadeo
Yo que rodeado de monstruos
Beso los rostros de más espanto
Y me regodeo de lastres en este país de zombis

II
Al despertar solo puedo envenenarme
De ciudad, de ruido, de alimentos del terror
Y luego caminar por los caminos de la mentira

Al soñar las flechas de mis ojos
(Todos mis nervios teselados de luz)
Infieren la tortura de los espías

De los que no tienen en su propia respiración
Un instante de locura
O una rama interminable de placer

III
Escucho en las sombras ciertos pasos
Porque la cobardía está reluciente
En los que otrora amigos

Lanzan la dentellada rapaz
Para intentar desollarme
Para roer de inmundicia mis horas

Todas mis rutas
Todos mis sonidos
Todas mis palabras que surten

IV
Alguna vez quise esperar que la dicha
Cual un ramillete de incendios
Viniera en tu rostro abierto

Con miles de besitos de niña
Con miles de dudas de niña
Con tantos tactos de niña
Y he aquí que consciente de mi derrota
He cantado en el amplio vacío
Una melodía rota de encierro

V
Tus lámparas podrán ver
Que desde los años yo estaba escondido
Viéndote en un dibujo, en una fotografía

Nada más para soñar
Nada más para fingir una vida
Nada más pera esperarte para siempre

En las frutas dejé tendidas las dulzuras
En los vientos de octubre los besos
Aquellos besos invernales quejumbrosos

VI
Y cuando tenías dos años te lanzaba
Desde lo alto del Universo
Para que flotaras en mi cariño

Y cuando tenías tres años
Desde lejos
Volvía sábado a sábado

Para jugar en el patio
Todos los juegos del olvido
Todos los olvidos jugados en tus manos

VII
Y cuando tenías cuatro años
Las luces encendieron la puerta de la distancia
Y rompimos aquellas promesas de sangre

Así, entré derruido en tus cinco años
Como una nena que ya no llora
Y que pudo morir en los brazos de una mujer

Que mentía para darme un poco de bálsamo
Que te llevó un día para mis brazos
Que te llevó también hacia profundas lejanías

VIII
Y luego un calabozo donde me pudro
Sin verte durante años
Trizura traviesa canté para mi olvido

Jugaste y viajaste
Mientras tu mundo se edificaba
Sin mis manos sin mis ojos sin nada de esto que digo ser...

Me he derrotado
Todas las pobrezas de mí nacen
Como una hiedra donde mi ebriedad me destroza

IX
Hoy es nueve desde el nueve
O desde el tres de septiembre
Que ha viajado bajo la llovizna

Hoy ya eres lo que en mí no es olvido

Yo solo quiero que lo sepas
Que tengo sangre, podrida sí
Que tengo sueños, rotos siempre

Hoy soy en ti la historia que no he contado

Yo no quisiera que lo sepas
Que mi vejez te espera por siempre
Que aunque me voy cayendo a trozos

Estás en mí como nunca
Como las semillas que al ser flor
Tan solo vuelven a ser pistilos

Y solo por eso es que no me hundo!

lunes, 8 de octubre de 2012

Para la sucia jauría

I
Todavía están rumiándose las vibraciones
de esas imbricaciones de cobardes
gruñidos de la jauría porque ya sabemos que
enviadas, buscan su desenlace

Todavía en los oídos están sus lastres
labrados por los días
los días de la indefensión que reflexiona

Ahora lo sé plenamente
Plenamente comprobado
que hay hilos y que tejen, canallas,
las maledicencias de la envidia

Ciertas supuraciones de conciencias podridas
que se esconden pero brillan de cobardía…

II
Lo más triste es ver a los ojos aun facineroso mensajero
Que apenas llega a tolete…
Ya sé que es por lógica y sentido común
Pero ya está, así es la tristeza
No es ni será el último
Nadie me creerá cuando diga que ya lo sabía
Que lo estaba esperando
Sobre todo en este país de esbirros

III
Puede ser que busquen más, sí
A veces me da por pensarlo
Y siento en mis entrañas la canalla fuerza, el movimiento
Y también lo he visto, en sueños se destapan todos los miedos
O en medio de una parálisis del sueño
donde todos los subterfugios simplemente no valen nada

¿Por qué me hacen descubrir nuevos niveles del Asco?

Porque, eso sí, está dentro de mí un remolino de asco
Una culebra que ensució mis entrañas descubiertas
Una mordida sátrapa
Un par de colmillos de la vergüenza
Un veneno que inocula su desparpajo
y deja entrever pestilente, el más barato plato de lentejas

IV
En mi otra mano tengo las rosas y la miel
En mi otra mano están refugiadas todas mis certezas
Y brillan tanto
Y pueden cabalgar soberanamente las distancias

Todos los glotones del asco quieren mis flores
Todos los burdos lanzan dentelladas
Todos los virus en sus ojos infectados quieren mi luz
Para sanar no
Para enlodarme de su odio y de su furia
la furia plañidera de los cobardes
los metales de unas mentes tan podridas, sucias de crimen

V
No es la primera vez
que meto el fuego en las manos
que, laceradas de embriaguez, recurren de nuevo
a su olfateado fango, el que merma la luz
el que siempre compartimos sin palabras
aquellas palabras siempre alejadas del viento

No es la primera vez
que sin navegar las aguas han dejado su estela
todas las cosas ya las he dicho
en tiempos de juventud sin detenerme
y quizá por eso yo no tengo miedo

VI
Nunca sabemos nada de la vergüenza
sobre todo cuando ya amamos la ignominia
o cuando somos el gusano de la bacteria
y ni siquiera de una estirpe que valga

Así es cuando se ama repetir
aquello lejano sin constancia
aquello que busca ser veneno
usando lo que esté bañado de luz

O estas mismas líneas
a manera de testimonio
un testimonio que está diciendo:

Miren sordos lacerados de odio
No lancen sus embustes podridos
Todas las cosas están bañadas de luz
Y de trozos de ausencia
Por eso mis flores surten miel
Por eso me alimento de pistilos febriles de placer
Por eso en las noches me flagelo en el riesgo
En la torpeza de mil bacos juntos
En toda la electroquímica de un misterio
Para que a nadie le importe

VII
Ahora nada más tengo
Como en la última ronda
las llaves de una decisión certera
llena siempre de luz siempre tardía
como todas las cosas a posteriori

Llévense a su canalla y llénenlo de lodo
que en sus ojos
será un lujoso lastre de pestilencia

Llévense su elaborada envidia
porque no me alcanza
aunque ya sé que aquí a nadie importa
que nos sigan matando a todos
Ni siquiera como perros
Ni siquiera como flores

Y de todos modos yo estoy bien lejos
Cercado de luz y ciego de ausencia