Onomatopeya te he llamado
Desde
que eres una letra virgen
Una
idea
No
eres nada que no sea cofrecito de ventanas
¿Puedes
ofrecerme llamas?
Estoy
seguro de tus mil cuerpos
Sonido
y fórmula
Conviérteme
resonancia
En
maleable dimensión
Donde
los dos seamos vacío
Pequeñas frases o chispas de la invisibilidad
Piezas más pequeñas de mí
Que tratan de explicarse
I
Sin hallarme
Puedo oler mi angustia
Pero no he leído mi rostro
Para que ninguno pueda
hacerlo
El pecho desnudo contra el
filo
La cara puesta para la
próxima bofetada
¿Cuántos centavos vale la
obediencia?
¿Cerca de quién estoy cuando
callo?
Los rostros de los que mañana
han de morir
Me han visto hoy con aroma de
viviente
En sus estómagos apenas se
han asomado los mendrugos
Y he visto la sangre negra
sobre el asfalto rojo: llena de luz
II
Orfandades me rondaron
siempre
Caí, tantas veces en la noche…
Así una tarde, otros aromas me invadieron
y no eran recuerdos de sueños
Así viví salvaje comiéndome la
niñez
Y empolvando mis horas con deleite
Y así navego sobre letras
muertas
Camino y escribo
Sin otro destino
¿Qué dentelladas sufro?
III
Indefenso
Pequeñita alegre
Te llevaré mis manos y mis
ojos
Indefenso porque no luché
Como un miliciano roto
Que no te arrebató sin llorar
y riendo
Indefenso de mi sangre y mi
llanto
Arrastrándome sobre cada
minuto
Con el tedio de una larva
angustiada que agoniza
Ni cruz ni látigo apenas
Un pan que no conoces y que
nadie ve
Es lo que tengo para el
alarido
Indefenso amor palabra
maldita
Llorando, llorando nunca
Indefenso hiperboliza su
mugrienta agonía
IV
En mi sudor resbala un mundo
Que respira libre y feliz
¿Quién puede ver mi sudor y
el mundo
Solaz que dentro, único,
gravita?
V
Aquellos días brillantes
¿volverán?
Las horas que tengo en mi
nido
Todavía no se pudren
y lloran
Encantadas de la vida y sin
luto próximo
Las horas que guardo en el
nicho
En la guarida de lobo
Te esperan para multiplicarse
de luz
VI
Maldita sea un poeta
Un verdadero hijo de puta
Que se la cree: escribe
porque alguien leerá...
VII
Dos mil cinco
Qué diría Dante
Reiría, indefenso…
VIII
Y ahora más sangre
¿Cuántas goteras traerá este
invierno?
En un almíbar congelado
Se derrumbó mi última flor
Caminé bajo la lluvia
pertinaz
De una ciudad empedrada
Tú, Antigua, tú que como una
hostia
De fraile enfermo sacudió mis
pétalos
Urdidos con labios
ambiguos...
Y en ese desmayo tibio
Me hundí candoroso y sin
ambages
Como un barco en un mar de
leche
Al fondo de un océano con
peces negros
Con ciudades escondidas
Con árboles profundos
Con algas en remolinos de
piedra
No se escapa de la furia
Más indefenso que nunca...
IX
Tendré la sal y la espada
La risa que puedo arrebatar
No se congela nunca en estíos
candorosos
De todas las frutas que
volaron
Convertidas en aves
Sólo mi silvestría venial...
Que enreda venenos de fuego
sobre mi carne sangrante
X
Vientre eras, rozabas
ondeante nuestra imantación carnal
Ave nombrada o palabra única
en donde omitimos dudas
Eternamente jardinizada,
armoniosa, rota, dilatada, errónea...
Pausas enseñas ¡nunca
sacudidas ardientes!
Rotundamente encinta no
tendrás un vacío a gusto
Inclínate,
niégame amor!
XI
(Adivinanza para Natalia)
“Encontraste lo anhelado,
bah!
Una enervada limitación
invadía tu osamenta
De él también, uff!
Mantras altos mutilan
anatemas...
Ahora únicamente nos queda un
encuentro
Lo esperaré deliciosamente
unido, edad lúbrica, anhelo...”
Segunda parte
Amar un cuerpo
Ruptura dicta mi conciencia
En su heladez recóndita
Hender, hender, hender el
grito
¿Cuántas noches seguiremos
perdiendo?
En el color elástico de mi
afrenta
Los cristales hacen sangrar
tus ojos
Lenguas ininteligibles no
logran sosegarme
Es media noche y he estallado
Quizá por ti
¿Qué otra cosa estoy
buscando?
No me falta la alegría
Puedo seguir pero no
fingiendo
Sudar siempre para sonreír
Y además volar pero desde una
torre incierta
Ahora que nos hemos tendido
las manos
Podremos volver al ruedo
Con más ternura que suavizará
Con más astucia pero la
sangre revoloteando
Todavía estamos condenados a
la venganza
II
Quieres devolver esa moneda
Porque puedes adquirir
Tan solo dolor con ella
Ahora que has comprado mi
engaño
Puedo viajar en paz o llorar
Tú nunca hiciste pan
Pero yo buscaba migas en la
escarcha
Y cuando volvía de no estar
Una profunda paz pudo
envolverme
Mucho tiempo
Como tú querías
Como a mí no me importaba
Pero yo nunca
Llevaré divisas extrañas
III
Amar e indagar tu cuerpo
Las cosas vivas que dentro de
ti
Palpitan a punto de
involucionar
Retazos de muerte que las
sombras
Incólumes destrozan y a
carcajadas
Todavía hay sangre dije,
todavía las búsquedas...
Pero no quise retornar a una
venganza predicha
Ahogué placeres pero tras una
cortina de agua
Amar e indagar tu cuerpo
Una sombra que me desquició
Una aguja que, chispa tras
chispa
Profirió su veneno...
Pero salvarme me ha costado
morir
Y estando muerto tus arañazos
me torturan
En una de tus voces he
encontrado
Diminutas y sinceras, flores
de la extrañeza
Con un aroma que se perdió
Con unos pétalos que,
iracundo, rompí
Amar e indagar tu
cuerpo
El coro diabólico y triste
que amo
¡A más no poder!
El temor profundo de no
saberte más
¡Como en un lejano planeta
que no existe!
La estaca y el nudo
atormentan mi pecho y mi garganta
Como una piedra hecha de
sombras
Como una piedra pesada como
la muerte
Todavía llegas pequeña, ilusa
duplicada
En el oxígeno que bebo
En la morbidez de mi cultura
Debo soltar el
estrangulamiento sin aire y sin sangre
Tercera parte
X
El hecho de ver hacia atrás
no es un fantasma siempre
es lo que camina bajo
torrenciales lluvias
de
alguien que no ha llorado
quizá solo es lo
que se recuerda bajo el agua
o lo pequeño que no puede
exprimirse
como
la muerte
cántenme una canción dioses
porque
ya no les temo
XI
todo es un truco- las musas
simplemente gritan-
los poetas son un invento que
se repite en voz baja
cuando
los relojes no avanzan
todos somos la fábula que un
día
alguien recordó y dijo
por
eso la existencia nos denigra
y
la apariencia nos rescata
estamos en lo inverso de lo
que no pudo ser
es mentira que el amanecer
esté cerca
ni siquiera es verdad que sea
de noche
no somos el sueño de nada
y no cabremos en la intención
de despertar
en
un grito que salga de ningún bosque
XIII
Ya no seré afable para con el
miedo
Nadie en el terror aplaudirá
mi sombra
Todos estamos tremendamente
solos en el universo
Donde
un pájaro canta
Todos los dedos señalan su
nido
Soñando una etérea tibieza
Solo tenemos el placer de
nuestra propia destrucción
Solo tenemos la carcajada de
nuestra ruindad desquiciante
XIV
Hacia qué ventana he de
correr
Para ver qué sol que no
conozco
Con qué calzado he de
tropezar
Para
luego no caer
Qué polvo me ahogará el
aliento que no produzco?
Pero yo me veo atisbar por
las
montañas
Deambular
por las playas
Hablar
en las madrugadas de tormenta
Tal vez mis dedos empiezan a
señalar un nido
Ave
Algún día yo también volé
XV
Surgió de entre los tallos de
una flor
inconforme por la lluvia que
la salpicaba
de esas gotas que le
aparentaban dulzura
quiso
allí demostrar su terrenal
y
audaz rebeldía
Sé que no debí buscarla
aquella brusca mañana
o que no debió hallarme
frente a frente
cuando ya las horas indicaban
el calor o la desidia
pero ese fortuito tiempo me
la inoculó violentamente
soy un animal en ella
una
nocturnidad de salvajismos
insulto
al universo desde sus raíces
arremete
mi razón dejando sangre aún con vida
entre
los helechos del sutil olvido
con garras y fauces he
devorado tantos besos
que son de savia
de
tréboles tronchados
de
respiraciones en pausa
Oh,
de lo que ella más desea!
no es para mí este negro
placer enredado
qué hay por encima de la
noche en que ella ruge?
qué soporta el día para
sostener la rabia que me sustenta?
o
es que solo habla un hígado envenenado y crudo?
todo el viento viene y
vagabundea por mi piel secreta
toda la lluvia elabora un
desértico crescendo de ilusiones
subatómicas en que las horas
aquilatan una dulce malignidad
ya es la era de los cruentos
forcejeos químicos
ella es enemiga del océano y
del tiempo que maldice flores
ella es la señora de una miel
hecha polvo de nostalgias malas
no debí conocerte bruja
histórica
no entre mis sabanas con
desvelo, con desvelo a manojos!
Pero sé que hasta en la
estulticia nacen cogollos de sabiduría
Y que cuelgan frutas maduras
en ese árbol olvidado
Ya no te vayas vahohumeante de las dulces sombras
Hay en tu navaja el placer de
escaparse por entre las burbujas del sonido
por entre las ramas
congeladas del vacío
Y por entre tus piernas que
sexualizan la nada!